viernes, 30 de septiembre de 2011

Maiol Roger. Convergència organiza a su 'ejército' latino

(El País, 16 de septiembre de 2011)

Son fieles a Convergència i Unió (CiU) y no faltan a ningún mitin. Una decena en un acto cualquiera y centenares si el mitin trata de inmigración. Un amplio grupo de inmigrantes de varios países que, pertrechados de senyeres y con una amplia sonrisa, asisten fieles, como un organizado ejército, a los mítines del candidato nacionalista de turno. Se dejaron ver en la campaña de Artur Mas y en la de Xavier Trias: entregados a la causa, muchos hablan un fluido catalán -o están en proceso de hacerlo- y son felicitados por ello por los dirigentes nacionalistas. Su entrega se debe al trabajo de captación que ejerce desde la secretaría de inmigración de CDC Àngel Colom, que tras su fracaso al frente del Partit per la Independència (del que todavía tiene que rendir cuentas por recibir al menos 75.000 euros de Fèlix Millet, saqueador confeso del Palau de la Música), pasó a militar en CDC, que le encomendó la secretaría en 2008.

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Esther Armona. La inmersión catalana aumenta el fracaso escolar inmigrante

(ABC, 26 de septiembre de 2011)

La inmersión lingüística no solo discrimina a los castellanohablantes en la escuela sino que limita el aprendizaje de los alumnos inmigrantes que llegan a esta comunidad, y dispara el riesgo de fracaso escolar. En un momento de máxima sensibilidad lingüística, tras la lluvia de sentencias que instan a la Generalitat a cambiar el modelo de enseñanza para que el castellano sea lengua vehicular, las estadísticas demuestran que la inmersión lingüística supone un «handicap» para los alumnos inmigrantes, paradójicamente también para los de origen latinoamericano (un 44% de los extranjeros) que se topan con un idioma desconocido que dificulta su aprendizaje. El gobierno catalán conoce esta realidad, aunque ha mantenido durante años el modelo de inmersión como el modo que permitirá a los recién llegados prosperar social y laboralmente.

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martes, 27 de septiembre de 2011

Vueltas que da el mundo, El Calcio cede la Supercopa a los Gadafi

(El Mundo.es, 24 de agosto de 2002)

La familia Gadafi ha adquirido un papel inquietante en la trastienda del fútbol italiano. Primero, como accionista de referencia en la Juventus (7,5%). Y, ahora, como anfitriona de la Supercopa: la vecchia signora, campeona de liga, y el Parma, vencedor de la Copa, disputan mañana el título en el estadio olímpico de Trípoli.

En realidad, el gesto del clan Gadafi reviste un aspecto puramente estratégico, precisamente porque el fútbol italiano necesita dinero y porque el Gobierno libio busca una bocanada de reputación internacional, ahora que el terrorismo islámico divide a los países entre buenos o malos, aliados enemigos, santos o demoníacos.

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Eduardo S. Molano. «Disparad al boer»

(ABC, 13 de septiembre de 2011)

Al «delfín» sudafricano se le agotan el agua y el aire. El líder de la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano (CNA,partido gobernante en Sudáfrica), Julius Malema, ha sido declarado culpable de «incitar al odio racial» por un tribunal de Johanesburgo, tras haber entonado en público la canción tradicional «Dubula Ibhunu» («Disparad al boer»), en la que se anima a matar a granjeros blancos.

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Abdul Rezaq Jrana. Saadi Gadafi solo era un futbolista del montón

(ABC, 18 de septiembre de 2011)

-Saadi Gadafi pudo emigrar a Italia para intentar jugar en la Primera división. ¿Cómo lo vivió usted?

-Saadi es el único jugador del país que ha podido llegar a ser profesional en los últimos 42 años. Los jóvenes que han querido progresar han tenido que huir y pedir asilo, no había otra manera. Al menos, de esta forma han visto mundo y recibido una buena formación, pero solo contados han llegado a debutar en grandes ligas. Él estuvo cuatro años en el Calcio (2003-2007) y apenas jugó dos partidos; una vergüenza.

-¿Y cuando Saadi jugaba en Libia?

-Recuerdo muy bien su etapa en el Ahly. Si cogía el balón no había jugador que se atreviera a hacer una falta; tampoco los árbitros pitaban nada en contra del hijo del líder que era capitán de su equipo y de la selección nacional, y presidente de la Federación de Fútbol, todo a la vez. Sus guardias de seguridad controlaban la grada para que nadie pitara o le insultara. Se vivía una mezcla de tensión y cachondeo en las gradas.

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