martes, 20 de enero de 2009

En el mundo a cada rato

Binta y la gran idea

Binta, la protagonista de nuestra historia, es una niña afortunada que goza de las ventajas que UNICEF reconoce en la educación:
En la escuela las niñas adquieren conocimientos y cobran una mayor conciencia de sus propias posibilidades, de tal modo que aumenta la confianza en sí misma, su capacidad de entablar relaciones sociales y de llegar a acuerdos con otras personas, sus posibilidades de ganar dinero y su capacidad de protegerse contra la violencia y la enfermedad. La educación le abriría las puertas del mundo.
Las escuelas pueden desempeñar una función protectora muy eficaz en la vida de la mayoría de los niños y la de las niñas, en especial la de los más vulnerables. La escuela no sólo aparta físicamente al niño de peligros potenciales durante la mayor parte del día, sino que también contribuye a que desarrolle habilidades y reúna información con la que pueda protegerse a sí mismo.
La educación salva y mejora la vida de niñas y mujeres. Les proporciona un mayor control sobre sus vidas y conocimientos sobre los que contribuir a la mejora de sus sociedades. El poder de tomar por sí mismas decisiones produce todos los demás bienes sociales y de desarrollo. La participación de las mujeres en el gobierno, la familia, las comunidades, la economía y el suministro de servicios, y su influencia en todos esos ámbitos, es un bien común.



Más información en el sitio original
UNICEF-COMITE ESPAÑOL 2004

domingo, 11 de enero de 2009

En marcha la Red de Radios Juveniles e Interculturales


Un programa de radio Juvenil e Intercultural, realizado por quince alumnos del Instituto de Puerto del Rosario (Fuerteventura), ha comenzado su periplo por 228 emisoras de todo el mundo, al ser publicitado en Internet y retransmitido en directo desde La Florida (Estados Unidos) por una cadena hispana y de emisoras. Esta Red de Radios Juveniles e Interculturales ha sido promovida desde el portal de vídeonoticias radiomulticultural.es de Fuerteventura, en colaboración con el Proyecto Educativo Intercultural y la Mediadora de CEAR- Fuerteventura.
El programa de los jóvenes Informativo Tramoya, que recoge voces de alumnos provenientes de diferentes radios de España y de diversas nacionalidades, es un magazine de veintiún minutos en el que los chicos presentan (o pinchan) música, leen las noticias del centro y de su entorno y dan a conocer las actividades que desarrolla el Proyecto Educativo Intercultural para conseguir la integración plena de los alumnos extranjeros del Instituto. Para ampliar esta información, pueden ponerse en contacto con: director@radiomulticultural.es, teléfono 605 363 993, y portales: nestorosorio.blog.com y radiomulticultural.es
Al recoger esta noticia, alentamos a quienes se involucren en esa iniciativa que participen también en el blog “Los jóvenes y la inmigración”, que recientemente se ha puesto en marcha desde este Boletín.

miércoles, 7 de enero de 2009

Una visión de Guinea Ecuatorial


Fernando Gamboa
Alguien dijo una vez que “lo único que necesita el mal para triunfar, es quelos hombres buenos no hagan nada”. Es posible que algunos ya lo conozcáis,pero no está de más recordarlo. Al fin y al cabo también nosotros losostenemos. Para quienes no me conozcan, me llamo Fernando Gamboa, y hace unos meses terminé una nueva novela de aventuras titulada Guinea, que en octubre salió a la venta, publicada por Ediciones El Andén.
El motivo de este escrito es mi deseo de compartir con la mayor cantidad de personas posibles, y no sólo con quienes adquieran la novela, todo aquello que he averiguado en los meses de investigación previos a la redacción del libro. Lo que a continuación detallo, aunque pueda parecer exagerado o tendencioso (cuando no simplemente increíble), es rigurosamente cierto y puede ser contrastado por las fuentes que cito.
A muy pocos les sonará un pequeño país llamado Guinea Ecuatorial, y aún menos sabrían dónde situarlo en un mapa de África, y serán contados los que recuerden que, hasta hace exactamente cuarenta años, los ecuatoguineanos eran tan ciudadanos españoles como un alicantino o un gaditano. Por entonces, Guinea Ecuatorial era una provincia más de España enclavada en la costa africana del Golfo de Guinea: “la perla de África” la llamaban. Hoy, cuatro decenios después de su independencia, bajo el yugo dictatorial de la familia Obiang Nguema y con el beneplácito de las grandes potencias cuyas empresas explotan sus campos de petróleo y expolian sus reservas madereras, Guinea Ecuatorial se ha convertido en uno de los países más subdesarrollados y corruptos del mundo, y el pueblo ecuatoguineano en uno de los más aterrorizados a manos de su propio gobierno.
El actual presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, quien lleva veintinueve largos años en el poder, tras ejecutar al anterior presidente (su propio tío, otro asesino), ha saqueado, robado y asesinado sistemáticamente hasta extremos inconcebibles, amasando una fortuna que lo convierte en uno de los hombres más ricos del planeta, que vive en uno de los países más pobres de África.
Aunque, para ser exactos, no puede decirse que el país en sí sea pobre, pues alberga una de las mayores reservas petrolíferas del continente, cuyos beneficios de explotación reportan al régimen guineano miles de millones de euros. Lo que sucede es que la familia Obiang se queda con ABSOLUTAMENTE TODO lo que pagan gobiernos y petroleras extranjeras (norteamericanas y chinas sobre todo) por los derechos de extracción. Pero, aunque parezca mentira, la familia Obiang no se conforma con quedarse con esa ingente cantidad de dinero, sino que además se dedica a robar propiedades privadas (se han apoderado aproximadamente de la mitad de los terrenos edificables del país, y no han pagado un céntimo por ellos), salarios (muchos trabajadores han de pagar a la familia del presidente gran parte de lo que ganan) o negocios de los guineanos no afines al gobierno o a la familia Obiang (que al fin y al cabo es lo mismo), cuya ignominia llega al punto de despojar impune y caprichosamente a sus empobrecidos compatriotas de cualquier bien que posean, sin justificación alguna.
Teodoro Obiang y su clan gobiernan Guinea Ecuatorial como lo haría unesclavista con su hacienda. Para ellos, los ciudadanos guineanos son esclavosa su disposición, y el país una finca privada que saquear sin tener quedar cuentas a nadie. A pesar del río de dinero que fluye desde estedesdichado rincón de África, sus habitantes no disponen deservicios sanitarios, educación, seguridad o justicia. Por ejemplo, antecualquier emergencia médica, el Hospital de Malabo es la única opción deasistencia, pero eso sí, bajo ciertas condiciones como pagar la estancia yel tratamiento por adelantado y, además, llevar todo lo necesario paradicha estancia y tratamiento (y con todo, me refiero a TODO: desde lasjeringas o medicamentos necesarios, al colchón, las sábanas o la comida). Sinir más lejos, cuando hace unos años estuve en Guinea, para un análisis de sangre de mi pareja, el método de extracción consistió en hacerle un corte en la mano con un trozo de cristal. Pero, por inaceptable que resulte, esto es sólo el principio, y ni mucho menos la peor parte.
Lo que convierte a Teodoro Obiang (conocido como El Jefe) y a sus acólitos no sólo en ladrones, sino en peligrosos criminales, es la política de detenciones arbitrarias, encarcelamientos injustificados, torturas y asesinatos cometidos contra sus propios ciudadanos. Se calcula que durante su mandato, el actual gobierno ecuatoguineano ha exterminado a nada menos que al 10% de la población del país, y una cantidad indeterminada ha desaparecido o se encuentra encarcelada ilegalmente y sin juicio previo. Según el último informe de Amnistía Internacional, los detenidos por la policía y el ejército son torturados sistemáticamente con métodos tan brutales como mutilaciones, rotura de huesos, violaciones, descargas eléctricas en los genitales o clavado de tenedores en la vagina de las detenidas...
Y para quien guste de datos y de estadísticas imparciales, ahí van unas cuantas.- Guinea Ecuatorial produce 400.000 barriles diarios de petróleo.- Exporta casi 1.000.000 de metros cúbicos de madera tropical al año.- Su renta per cápita la sitúa en el número 38 del ranking mundial (por encima de Kuwait o Arabia Saudita).- En cambio, en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU ocupa el puesto 121.- El 151 sobre 163 en corrupción, según Transparency International.- La esperanza de vida es de sólo 43,3 años.- La élite gobernante posee alrededor del 98% de la renta nacional.- El 80% de la población vive con menos de 20 euros al mes.- El gobierno de Obiang ha convertido a Guinea Ecuatorial en el centro del tráfico de drogas de África Occidental.- Teodoro Obiang ganó las últimas elecciones con un 99,5%de los votos. Los trece partidos políticos autorizados estaban formados por miembros del gobierno.- En una reciente visita a Estados Unidos, la secretaria de Estado Condoleezza Rice describió a Obiang como “buen amigo”.- En julio de 2003, la radio estatal anunció que “el presidente es un dios que está en contacto permanente con el todopoderoso, y puede matar a cualquiera sin que nadie le pida cuentas y sin ir al infierno, porque es el Dios mismo”. Sobran comentarios.
Y lo que personalmente hace que esta vergüenza común me resulte aún más dolorosa es que el pueblo guineano, uno de los más amables, hospitalarios y generosos que he conocido, haya sido parte integrante del Estado español. La atropellada y negligente descolonización de Guinea Ecuatorial por parte de España en 1968 es el origen de la inadmisible situación que ahora sufren los guineanos y a la que hoy asistimos con absoluta indiferencia y desafecto. Pero hay que recordar que los ecuatoguineanos no sólo siguen hablando en castellano, sino que muchas de sus costumbres, celebraciones y tradiciones siguen siendo las mismas que las nuestras. Sus hijos cantan las mismas canciones que cantan los nuestros en el colegio, sus bromas son las mismas, hasta sus palabrotas son las mismas que las nuestras. Son, por decirlo así, unos primos cercanos de los que nos hemos olvidado totalmente, una parte de nuestra familia de la que nos hemos desentendido, ajenos y a veces cómplices de un castigo que de ningún modo merecen.
Porque probablemente, mientras lees este mensaje, una anciana agonizando de malaria pide un médico que nunca llegará. Un niño está preguntando dónde están sus padres desaparecidos. Una mujer implora a Dios que la mate, mientras es violada y torturada salvajemente en una comisaría. Y cada día, Guinea Ecuatorial se hunde un poco más en las tinieblas. Cada día, nuestra ignorancia nos hace más culpables. Cada día cuenta.
Alguien dijo una vez que “lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”. Quizá éste sea un buen momento para averiguar qué tipo de hombres y mujeres somos en realidad. Y si estás diciéndote en este instante: “Pero bueno,¿y yo qué puedo hacer? Aquello está muy lejos”. Lo cierto es que, por desgracia, no vas mal encaminado. Guinea Ecuatorial es víctima de la maldición del petróleo, y como puedes imaginar, estados como China, Estados Unidos o Francia harán todo lo posible para mantener a Obiang en su poltrona y así garantizar un suministro fiable de crudo para sus compañías petroleras. Así que será muy difícil cambiar las cosas a corto plazo en la maltratada pero aún hermosa Guinea.
Y, sin embargo, sí hay algo que podemos hacer por aquella gente: correr la voz. Estos dictadores de opereta sólo se mantienen gracias al desconocimiento que tiene el resto del mundo de las fechorías que cometen. Cuantos más sepamos lo que sucede, y por qué sucede, más probabilidades hay de que un día quizá no muy lejano seamos suficientes para decir basta. Cuando políticos propios y ajenos sientan vergüenza de tratar con asesinos como Obiang, o descubran que dar abrazos a dictadores que no respetan los más elementales derechos humanos tiene un costo político que sus votantes les harán pagar, puede que las cosas cambien, y entre todos expulsemos de una vez por todas a esos demonios del paraíso.
Pero esta carta es sólo el primer paso, ahora te toca a ti dar el siguiente ayudando a que llegue a la mayor cantidad posible de personas. Si crees que esta lucha tiene sentido y deseas poner tu grano de arena, reenvía este mensaje a todos tus contactos. Gracias por tu tiempo y tu ayuda.

domingo, 4 de enero de 2009

Derechos humanos o derechos políticos


Inácio Valentim

Es una cuestión antigua, tan antigua como la constitución del hombre en la sociedad de los derechos y de los valores. Prácticamente todos los regímenes políticos han abordado esta cuestión. La importancia de cómo se ha tratado cambia de un régimen a otro. En la antigüedad clásica, el debate sobre la cuestión de los derechos se emplazaba en una esfera situada entre la “divinidad y la política”; y estaba sujeto al capricho de los dioses en relación con los vencidos, los culpables, los esclavos y los ateos, como de hecho muestra Platón en su último libro sobre las Leyes.
Siempre fue una cuestión espinosa para el hombre político y para el hombre religioso. Encontrar este tema delicado en el diálogo intenso en la Antígona de Sófocles, entre el rey Creonte y su hijo Hemon, que estaba perdidamente enamorado de Antígona. Sin querer reproducir aquí el texto de Sófocles, voy sin embargo a situar resumidamente al lector que, por un motivo u otro, pueda no conocer dicha obra.
Se trata de un drama teatral en que Polenice desobedece la orden del rey, su tío Creonte. El rey tenía prohibido que Polenice y otros participasen en una batalla. Polenice no hizo caso, se aprestó al combate y murió en él. Cuando dieron la noticia al rey de que su sobrino había muerto en el campo de batalla, enojado, prohibió que se hiciera el funeral y dispuso que su cuerpo fuera comido por los animales. Al oír eso, Antígona, su sobrina y hermana de Polenice, desafió las órdenes del monarca y fue a buscar el cuerpo del hermano. Antígona tenía el apoyo de Hemon, el hijo de Creonte.
Acorralado casi entre la espada y la pared por las argumentaciones de Hemon, Creonte se defiende planteando una cuestión que continúa siendo crucial todavía en nuestros días.
¿Ofendo o no ofendo yo a la justicia cuando ejerzo mis funciones y mis prerrogativas de gobernante?
La clave de esta pregunta reside sobre todo en la trampa que encierra el concepto de justicia. Por ejemplo, ¿por qué no va a ser justo prohibir la sepultura de un forajido de la ley, si la propia ley lo permite? La pregunta en sí suscita su propio dilema. Cómo castigar sin ser injusto y cómo cumplir la justicia dentro de la ley para evitar el laxismo. La respuesta de Hemon, formulada en forma de pregunta, desarma la argumentación del padre.
¿Implicará ejercer bien estas funciones depreciar la justicia? ¿o entonces ofendiendo la justicia divina, desvalorizas tus propios derechos?
Hoy, la pregunta de Hemon apenas tiene sentido en un mundo donde el hombre se reconoce más como un ser político -en la nueva concepción de polis moderna- que como un ser religioso a la espera de una recompensa divina.
En un mundo completamente dominado por los intereses políticos y económicos, no se puede propiamente hablar de los derechos humanos o del respeto o no respeto de los derechos humanos. Con todo, hoy la pregunta de Hemon nos recuerda la Ética para Amador de Fernando Savater: sólo quien es consciente de sus derechos puede decididamente respetar y acercarse a los derechos de los otros; o sea, que cuanta más conciencia tengo de mis derechos más invitado estoy a respetar a los otros como personas.
De este modo podemos decir que es una pena que la importancia del hombre como hombre haya pasado a ser definida a partir del peso político y de los focos de interés que se mueven entre las naciones. Muchos gobernantes del mundo occidental, que critican con lenguaje de diplomacia pública a los dirigentes del designado tercer mundo, callan ante la falta de respeto a los derechos humanos para no perder el tren de los intereses económicos. Y, cuando es cuestionado su silencio en materia de derechos humanos, no vacilan en responder que utilizaron la diplomacia privada para llamar la atención a los responsables. Cierto o no, sólo la política responde a esta ambigüedad, pues es propio de ella lidiar con aquello que tiene en la mano aquí y ahora. Y así, cuanto más criticamos el maquiavelismo político de los dirigentes “tercermundistas” por gobernar de modo hipócrita a sus ciudadanos, más maquiavélicamente actuamos para garantizar nuestros intereses políticos y económicos.
Por eso, permanecer callado sobre la violación de los derechos humanos, para no perder el convoy de los negocios, es lo mismo que decir que sólo hay derechos humanos después de la autorización política de estos mismos derechos. También es una contradicción carecer de voluntad y de coraje político para exigirlos a algunos y presionar para que otros los respeten.