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Tengo delante una foto de periódico de una mujer musulmana que vive en Cataluña. Lleva niqab, o velo integral, y posa junto a su marido. A ella no se le ve un centímetro de piel. Él, en cambio, va ataviado con pantalón deportivo, chanclas y camiseta sin mangas. El titular reza: Debido a la prohibición del velo, Fátima ya no podrá salir a la calle. En otra página del mismo periódico hay un artículo de un gran intelectual con el que habitualmente estoy de acuerdo que se muestra favorable a que las mujeres lleven velo integral en los espacios públicos porque «no es el velo lo que conculca su libertad, sino la imposición de prescindir de él les guste o no».