martes, 28 de septiembre de 2010

Ignacio Camacho. Huelga de abuelos

(ABC, 18 de septiembre de 2010)

Dalí solía decir, con su sarcástica arrogancia, que todo el mundo consideraba genial la mayor bobada que brotase de sus labios mientras cualquier acierto de un mediocre continúa siendo siempre una mediocridad insoslayable.

Algo así ocurre con la insólita propuesta del secretario general de la UGT andaluza para que los abuelos hagan huelga de afecto el día 29; no está claro si se trata de una clamorosa majadería, una fastuosa salida de pata de banco, o una sofisticada y revolucionaria iniciativa estratégica. A simple vista parece, desde luego, el despropósito marginal de un sindicalista desnortado ante una convocatoria que se presume de incierto seguimiento; pero también podría tratarse, si se mira con cierta benevolencia, de una novedosa manera de abordar la protesta social desde el interior de los núcleos sentimentales y afectivos que estructuran la vida laboral contemporánea más allá de las leyes, los estatutos y los convenios.

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