Hace unas semanas publiqué en este blog un artículo titulado “Una más de nuestras vergüenzas nacionales”, en el que criticaba la torpeza con que se gestiona el régimen de visitas a los internos de parte de las autoridades penitenciarias.
Muchos de esos internos, jóvenes extranjeros, ven así agravada su soledad, simplemente porque los responsables del sistema experimentan nuevas y más restrictivas modalidades, sin haber verificado antes su correcto funcionamiento. Juegan a aprendices de brujos sin conocer las normas del juego.
Son las mismas personas sin alma y sin cabeza que tienen exasperados al personal que trabaja en las prisiones en condiciones laborales y salariales deleznables: se entiende así el paro de protesta del 16 de diciembre.
Para más información remito a lo publicado por Europa Press el pasado 7 de diciembre.