(Alfa y Omega, 16 de diciembre de 2010)
Cuando un joven inmigrante llega a nuestras costas, comienza un proceso de identificación que está lleno de luces y sombras. Peio Aierbe, de SOS Racismo, señala que el protocolo que se sigue no siempre es fiable. Por ejemplo, en «las pruebas médicas para detectar su edad -primer paso que hay que dar-, hay un margen de error de 18 meses, que debería jugar a favor del niño». Debería. Si la prueba sostiene que es menor, la Administración está obligada por ley a comenzar un proceso de identificación y posterior tutela hasta los 18 años. Pero muchas veces se infla la cifra de edad. El caso es que, de una forma u otra, el objetivo es quitárselos de encima.