jueves, 5 de mayo de 2011

Enrique Serbeto. Lo que cuesta un eurodiputado

(ABC, 10 de abril de 2011)

Miles de internautas españoles han organizado una ofensiva en toda regla a través de Twitter contra la decisión de los eurodiputados de no aprobar una limitación expresa de sus derechos de viaje, un volumen de mensajes infinitamente superior al que suscitó el anuncio de que Portugal había accedido a solicitar ayuda financiera para evitar la quiebra de una economía que está estrechamente vinculada con la española. Los eurodiputados necesitarían siglos de viajes en «business» (no en primera, según clarifican en la Eurocámara) para gastar la décima parte del dinero que se va a invertir en el rescate portugués, lo que demostraría que la reacción de indignación que se ha extendido en España no tiene que ver tanto con el hecho en sí, sino que habría sido la gota que ha colmado un vaso ya repleto de malestar en la opinión pública. Para Jaume Duch, el máximo responsable de la comunicación del Parlamento Europeo, se ha tratado «de un debate de brocha gorda en el que apenas nadie se parará a pensar en las características específicas del trabajo de un diputado europeo». Para Jaime Mayor Oreja, jefe de la delegación popular española, el mensaje de los ciudadanos merece «que presentemos una iniciativa para dar ejemplo de austeridad en todos los campos».

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