Estas asociaciones consideran que la suspensión de la protección a los refugiados ruandeses es “extremadamente prematura” ya que, señalan, “las condiciones que llevaron a los ruandeses al exilio están lejos de acabar y en algunos ámbitos incluso han empeorado”.
Entre estos aluden a los rencorosos discursos del presidente Kagame, en el encuentro con refugiados del 13 de abril de 2010, cuando comparó a los ruandeses que huían del país como “excrementos” que el cuerpo rechaza automáticamente.