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(El Semanal Digital.com, 12 de agosto de 2011)
Dos noticias van a copar por sí mismas todo el verano mundial: las disturbios del Reino Unido y la crisis económica. Ambos están más ligados de lo que se piensa precisamente porque, en realidad, sus raíces son más antropológicas y espirituales que materiales. Para gestionar las transformaciones sociales que van a derivarse de ambos sucesos, la maquinaria mediática ha emprendido una formidable maniobra de ocultamiento y distracción. Por este motivo pocas reflexiones han profundizado realmente en las causas. El objetivo es que, en esencia, el actual estado de cosas permanezca incólume y para ello se hace necesario pensar, sí, pero dentro de los estrechos límites que uno tiene permitidos en una época donde cada cual es censor de sí mismo y la tácita amenaza del ninguneo pesa sobre todos los que quieren realmente poner las cosas en cuestión.
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