Hasta estos extremos de mezquindad descendió el partido derrotado en las urnas el pasado 20 de noviembre, que se dice defensor de los derechos de la clase obrera (me encantaría que un sociólogo me explique el significado de “clase obrera” en la España de principios del siglo XXI).
La zafiedad y el simplismo del mensaje, que no ha sido el único de estas excelsas cualidades con que se han despachado los artistas de la campaña de esa formación política, no requieren más comentarios.
Los votantes aplastaron mayoritariamente las aspiraciones que pudiera tener Alfredo, antiguo alumno de El Pilar (colegio privado, je je). Los amigotes que coordinaron su campaña electoral le hicieron un flaco favor: ¿o quién sabe?
Lección de la que extraer enseñanzas.
