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Ya lo demostró Carlos, alias «Chacal». En el intrincado mundo del terrorismo internacional, el alma —y el ego— de sus protagonistas siempre responde a su nombre de batalla. Así, la milicia integrista nigeriana decidió autodenominarse Boko Haram, que significa algo así como «La educación occidental es pecado». Para estos fundamentalistas es pecado vestir con pantalones y camisa, votar en elecciones o recibir una educación laica. Y con tan sombrío credo, se han propuesto imponer la ley islámica en su versión más fanática en Nigeria, un país de 167 millones de personas, repartidas casi a partes iguales entre cristianos en el sur y musulmanes en el norte.