miércoles, 27 de enero de 2010

Haití, símbolo de la injusticia global


Plataforma Pobreza Cero.


De aquellos polvos vinieron estos lodos: como es habitual, el refranero de la sabiduría popular expresa muy bien lo acontecido en Haití. Porque las llamadas catástrofes naturales, en especial las ocurridas en el denominado tercer mundo o Sur empobrecido, como el terremoto de Haití, son, más que catástrofes naturales, infiernos sociales, en feliz expresión de un reconocido periodista que ha estado en estas zonas marginadas del planeta.


Se ha demostrado que este fenómeno de la naturaleza provoca tanta destrucción y muerte en estos lugares de miseria y empobrecimiento debido a que no poseen equipamientos, infraestructuras, edificaciones…, en definitiva, condiciones dignas y seguras con las que afrontar dichas catástrofes, como sí poseen los países desarrollados, donde el impacto y los daños son muy inferiores y apenas causan graves efectos.


Esta miseria, hambre y empobrecimiento son causadas por la actual opresión, desigualdad e injusticia mundial de la que Haití es uno de esos vergonzosos símbolos de los despojados y excluidos de la tierra. Este pueblo ha sido dominado, bloqueado, expoliado y explotado por países del Norte enriquecido, por las grandes empresas, por el sistema económico, comercial y financiero internacional, que además ha alentado la corrupción, regímenes dictatoriales y la destrucción del estado social de derecho.


El resultado de toda esta historia de desigualdad e injusticia es que la inmensa mayoría de la población de Haití ha vivido y vive en estas indignas condiciones, que hicieron que el terremoto sembrara su tierra de destrucción, muerte sufrimiento y llanto. No nos queda más que la capacidad humana de vergüenza, de indignación ética, de responsabilidad, compromiso moral y deuda histórica, por restituir al pueblo de Haití su vida, dignidad, derechos y protagonismo, durante tanto tiempo robados. Nos va en ello nuestro ser persona, nuestra capacidad de humanización en la solidaridad, compromiso y memoria de las víctimas, cuya voz nos sigue interpelando.