martes, 7 de diciembre de 2010

Amin Maalouf. “Aún creo que la literatura puede cambiar el mundo”


(ABC, 21 de octubre de 2010)

Hijo de dos mundos, el árabe y el occidental, le desconcierta que en Europa siempre hay que explicar por qué uno es inmigrante, y le irrita la tozudez de la falta de entendimiento entre esos mundos: es como el mito de Sísifo, una y otra vez, siempre lo mismo. Sus ojos picarones no mienten (prefiero ver a las mujeres sin burka), aunque no tenga tan claro que prohibirlo valga para mucho, porque Amin Maalouf cree que lo que hace falta son reglas de vida en común, que los extremistas se vean marginados. Eso sí, en París o en Kabul, la humillación para la mujer es exactamente igual, y pienso que siempre viene impuesto, o por un Gobierno, o por un barrio, o por una familia. Ante este mundo en bancarrota, este planeta con magras constantes vitales, Maalouf aún guarda en los bolsillos de su gabán negro un puñadito de esperanza. Porque él es de una rara estirpe, la de esos ingenuos que creen que la literatura puede cambiar el mundo, un mundo que hay que reinventar, porque funciona mal y vamos camino del precipicio. Por eso, en estos momentos la cultura es esencial para esa reinvención. Regenerarse o morir. Aunque sea a la sombra de un cedro milenario, o en brazos de Sherezade.

Descargar texto completo