Puede que nadie haya visto salir tantos cristianos de Irak como el padre Khalil Jaar. «Entre diez mil y doce mil desde el comienzo de la guerra en 2003», calcula que han pasado por su parroquia de Ammán, en el barrio de As Swefiyeh, de la que dependen ahora mismo 630 familias. Este domingo les han repartido mantas, calefactores y cajas de comida. Lora Lisa ha ido a recoger la ayuda vestida de luto. Sus suegros estaban entre los cincuenta y tres asesinados en la matanza que al Qaida perpetró el 31 de octubre contra la «guarida sucia de la idolatría» que para ellos era la iglesia del Perpetuo Socorro de Bagdad.