El Tigris se ha quedado huérfano de bautismos desde el pasado 31 de octubre. La comunidad mandea de Bagdad decidió cancelar todas sus ceremonias el día en que un comando de Al Qaida en Irak irrumpió a sangre y fuego en la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación. «Toda nuestra solidaridad con los cristianos. Las minorías estamos en peligro en este país. Antes de la invasión de 2003 nosotros éramos unos 60.000, hoy no quedamos ni 10.000. La gente huye», lamenta Toma Zeki, presidente de la comunidad mandea en Bagdad desde su cuartel general, hoy protegido por muros de cemento y fuerzas de seguridad.