Omar Chuick, malí, llevaba cuatro años en Ceuta, a donde había llegado en patera tras una penosa travesía en patera desde Senegal. Sus ilusiones de entonces fueron dando poco a poco paso a la más absoluta de las desesperanzas. Sin posibilidad de llegar a la Península, sin dinero, trabajo ni futuro, el fin de semana pasado decidió poner fin a su sueño de una vida mejor en España y desandar el camino para regresar a su país. Así fue cómo se gestó una de esas historias que hasta hace muy poco tiempo resultaban inconcebibles.