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Sirva como botón de muestra la multa de más de 6.000 euros que el Ministerio de Trabajo quiere cascar a una empresa sevillana porque ofreció una plaza de programador, incurriendo en el canallesco error de no bautizar ese hipotético puesto de trabajo como “programador/a”.
Está por ver qué ocurre a quien quiera contratar a telefonistas. ¿No reclamarán algunos, en nombre de esa igualdad predicada por los imbéciles, que se exija la denominación telefonisto/a?