miércoles, 15 de junio de 2011

Sihem Souid. En la Policía francesa hay mucho racismo y homofobia

(ABC, 17 de octubre de 2010)
Nací en Túnez, en Monastir, hace veintinueve años. Allí pasé mis dos primeros de vida. Mis padres siempre me dijeron que me parecía a mi abuela paterna, Salha, que murió a los 102 años: se ganaba la vida lavando y perfumando muertos. Mi abuelo hizo la guerra en el Ejército francés. Estuvo dos años prisionero en Alemania. Mi padre era vendedor en los mercados de mi tierra. Hasta que decidió tentar la suerte en las afueras de París, en Thiais. Allí nos instalamos, con mi hermana Imène. Luego, vinieron dos hermanos. Mis padres son creyentes, pero nunca me obligaron a rezar o respetar el ramadán. Se limitaron a inculcarnos los valores del islam, dejándonos la libertad de practicar o no. Hoy están perfectamente integrados en Francia. En Navidad, por ejemplo, en casa poníamos el árbol de la tradición francesa y celebrábamos el Aïd el-Kébir, la gran fiesta musulmana.
Descargar texto completo