viernes, 16 de marzo de 2012

Carlos Hidalgo y M. J. Álvarez. Así se fabrica un traficante de mujeres

(ABC, 26 de febrero de 2012)


«Dios me ha dicho que no he hecho nada malo». Estas palabras, pronunciadas el pasado septiembre en un despacho del complejo policial de Canillas, son el epitafio a 25 años de carrera delictiva. Ioan Clamparu (Rumanía, 29 de octubre de 1968) acababa de presentarse en las dependencias del Grupo de Países del Este de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta Central, a sabiendas de que los investigadores, tras siete años fugitivo, le tenían localizado en Portugal. La Policía Nacional daba así caza al dramático currículum de «Cabeza de Cerdo», uno de los mayores traficantes de mujeres del mundo. Esta misma semana, se conocía la dura sentencia que le imponía la Audiencia Provincial de Madrid: 30 años de prisión, la máxima pena, por cinco de los 350 casos de explotación sexual que se le atribuyen. Entre esta media decena de mujeres valientes que se atrevieron a denunciarle (aunque sólo dos comparecieron ante el plenario, como testigos protegidos), había una que, siendo aún menor de edad, fue obligada a abortar de manera salvaje.

Descargar texto completo