viernes, 12 de diciembre de 2008

Derechos humanos, ¿para todos?




Myriam Peña Padrón

Ante la celebración del 60 Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, hace un llamamiento a los gobernantes, instándolos a conmemorar tal hecho, como un “tiempo de acción”, y no de “celebración”, ante los múltiples desafíos a los que se enfrenta el mundo actualmente.
Y nada más cercano a la realidad.
Ante ese llamamiento, vinieron a mi pensamiento, las palabras de D. José Mateo Díez, Ex Magistrado del Tribunal Supremo, recogidas hace algún tiempo, en un Artículo de la Obra Social de Acogida y Desarrollo, en el que nos recuerda el nacimiento de dicho Texto:
“En un país a menudo denostado por la falsa progresía, los Estados Unidos de América, tiene la gloria de haber alumbrado la primera Constitución del mundo. El 29 de Junio de 1776, la Convención del que, inmediatamente pasó a ser el Estado soberano de Virginia, aprobó dicho Texto, que se anticipó en el reconocimiento y el establecimiento de una serie de Derechos a la Revolución francesa, cuya Asamblea Constituyente, aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre en 1789.
Hoy en día, el texto fundamental en esta materia, está representado por otro Texto, surgido de las Naciones Unidas, sobre un borrador elaborado antes por juristas, sociólogos y políticos americanos, espoleados por Eleanor Roosevelt.
La Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 217 A (III), DE 10 DE Diciembre de 1948, aprobó un texto de importancia imperecedera, que pasaría a denominarse, DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE.
Y nos recuerda también, algunos párrafos de su Preámbulo:
“Considerando que la libertad, la justicia, y la paz en el mundo tienen su base en el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos, han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la Humanidad, y que se han proclamado como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”.
Y algunos de sus preceptos.
Artículo 1.- Todos los seres humanos, nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.- 1.Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición.
Tampoco tienen desperdicio alguno, el Artículo 2.-2, el Artículo 7, y el 30, que recomiendo, y permítaseme la osadía, sean vistos.
El Sr. Mateo Díez, en su Artículo comentaba, igualmente, que en el plano normativo, difícilmente, se podría realizar reproche alguno al ordenamiento jurídico, concebido para asegurar una perfecta protección al emigrante. Y tenía toda la razón.
Pero, leído lo leído, me pregunto, qué explicación hay, si es que existe alguna, para los miles de desplazados de Somalia, y para que este lugar, cuente con más de 300.000 niños malnutridos, y para que tenga los niveles más altos de malnutrición en el mundo, o para que, al menos, 300 niñas en el suroeste de Kenia hayan huido de sus hogares, y hayan buscado refugio, en un intento por escapar de la mutilación genital forzada?.
O para que, en el Congo, dentro del marco de los enfrentamientos en el Este de la República, los niños sean obligados a combatir y para que, las niñas, sean obligadas a convertirse en sumisas esposas de los soldados?.
Y para los recientes homicidios en Mumbai, en donde alguien ordenaba “matar hasta lo último que respirase”, y para todos aquellos que viven en condiciones durísimas en Sri Lanka, donde los civiles, cada vez más, están en el punto de mira, y/o en Gaza, y/o para aquellos inmigrantes que se juegan la vida en el mar, intentando llegar a lo que ellos, entiendo consideran, la Tierra Prometida?.
Todas esas situaciones descritas, que se repiten, reiteradamente, por todo el mundo, y que son sólo el comienzo de una larga, inexplicable, e interminable lista, sólo pueden ser consideradas, desde mi punto de vista, masivas y reiteradas violaciones de los Derechos Humanos.
Y que sólo pueden, y que deben ser combatidas, por Gobiernos Democráticos, que actúen con firmeza contra las mismas.
Pero, en la actualidad, dichas violaciones, solamente son susceptibles de reducción gracias a la labor que realizan, y al empeño enorme, inmenso, de aquellas organizaciones humanitarias, redes, y movimientos sociales que con sus denuncias públicas ponen en evidencia a Gobiernos enteros por permitirlas, y por el reconocimiento que los ordenamientos jurídicos de los países civilizados van haciendo de los derechos fundamentales de las personas, en un intento, por hacer un poco más creíble, aquel ansiado Texto.Aunque, luchar por los Derechos Humanos, deberíamos tenerlo claro, es cuestión de todos.

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo sí señor. Se puede decir más alto pero no más claro. Ojalá muchas miles de personas más sean capaces de hacer este tipo de razonamientos y llevar a la práctica este tipo de reveindicaciones. Chapó por tí Myriam.

    ResponderEliminar
  2. Después de leer esto me entero de que el gordo de Ronaldo va a cobrar 127.000 euros mensuales por "jugar" al fútbol en el Corinthias.
    Mientras estas cosas ocurran sin que nadie diga "pío", ¿qué esperanza hay de luchar contra la pobreza o de buscar el ideal de la igualdad?

    ResponderEliminar