Fíjense qué broma: durante varias semanas, he llamado al teléfono habilitado (900101991) para gestionar las visitas desde que un iluminado engendró el nuevo sistema. Insistí los martes y los miércoles, y siempre desemboqué en el mismo callejón sin salida: sólo se daba cita para el viernes, sin opción a otro día de la semana, sin posibilidad de replicar (habla una máquina sin alma) y sin considerar que pese a los esfuerzos de quienes nos gobiernan todavía hay gente que no está en el paro. Después del miércoles, la respuesta es que las citas sólo pueden pedirse de lunes a miércoles: la perfecta trampa, en forma de pescadilla que se muerde la cola.
La web de Instituciones Penitenciarias (www.institucionpenitenciaria.es) es tan “eficaz” que, si se usa la opción de contacto y se escribe un mensaje, al enviarlo ocurre que “¡se produjo un error!”.
Claro que nada de esto importa a nadie más que a quienes lo sufren cada semana. Ya se sabe que los presos son el detritus de la sociedad, aunque se encuentren sólo en prisión preventiva. Ni ellos ni sus familiares ni amigos tienen sentimientos ni vidas que rehacer: menos aún si son extranjeros. Sólo importa la comodidad de unos irresponsables convertidos en dueños de la vida y de la infelicidad de muchos. Los funcionarios decentes de prisiones, que son casi todos, asisten al espectáculo con estupor y con vergüenza, incapaces ya de encontrar palabras en el diccionario de español para explicar lo inexplicable.